jueves, 24 de julio de 2014

LA QUISE… COMO A NADIE EN LA VIDA

LA QUISE… COMO A NADIE EN LA VIDA
A lo largo de mi vida he tenido muchos amores, han sido tantos que posiblemente no recuerdo cuáles, ni quiénes, ni cómo son, posiblemente muchos de esos amores jamás fueron correspondidos, jamás vieron la luz más que en mis ojos, posiblemente muchos de esos amores solo fueron platónicos, aunque debo reconocer que hubo otros amores tan intensos de mi parte, tan grandes, tan inmensos, que tuvieron que morir por la monstruosidad que significaban, algunos de estos amores no fueron correspondidos y posiblemente esa fue una de las causas que me orillaron a terminarlos, posiblemente tan solo se había concluido el tiempo de estar juntos y como siempre he dicho que en esta vida todo tiene fecha de caducidad… pues simplemente debían ya terminar.
Con algunos amores contados fui muy feliz porque me quisieron como pocas, me amaron con locura, me amaron con intensidad tal que rayaba en la demencia, en fanatismo, amores que ahogaban, que asfixiaban, que amaban con tantas ganas que terminaron por hartarme, no porque no apreciara ese amor que me profesaban, sino porque nunca valoramos lo que tenemos, lo tratamos con indiferencia pensamos que el amor que nos muestran, jamás se acabará, pero pues todo en esta vida se termina y hasta esos grandes amores se fueron, ya sea por mi indiferencia, o porque se cansaron simplemente de esperar a que yo les correspondiera con la misma intensidad, cosa que nunca pasó.
Hubo también amores en los cuales ambos sabíamos que no tenían futuro, que fueron de ocasión, que florecieron para pasar el tiempo, que existieron por curiosidad, por gozar simplemente, amores en los cuales no había otro compromiso más que pasarla bien, sin reclamos, sin celos, sin mentiras, puede que sea una locura esta forma de pensar mía, pero posiblemente este tipo de amores hayan sido los mejores, porque al saberse sin compromiso la entrega fue total, plena, a conciencia, sin reservas, sin escatimar costo, o daño, sin cuantificar el amor, solamente entregándolo, sin otro afán más que pasar un buen rato, un mejor momento, por algunas horas, pero logrando que ese instante fuera maravilloso, único, inigualable, e irrepetible.
Y es que no sé si solamente me pase a mi o le sucede a todo el mundo lo mismo, pero es que hay amores de los cuales se espera mucho y al final nos dejan nada, aunque “nada” sea solamente un decir, porque en realidad dejaron dolor, insatisfacción, solamente nos dejan un sentimiento de vacío, de hastío, de un sabor insípido en nuestra alma, en nuestra mente, en nuestra vida, sin embargo hay otros amores en los cuales sabemos que están terminando antes de haber comenzado, esos amores nos dejan tantas experiencias que nos demuestran que nada en esta vida pasa o sucede como lo queremos, deseamos, esperamos o anhelamos, hay cosas que solamente transcurren, como en ocasiones lo he dicho, hay momentos que no tenemos lo que queremos, ni lo que merecemos… hay veces que solamente tenemos lo que podemos tener y ya.
Posiblemente por eso fue que al conocer a Nohelia, no supe cómo actuar o conducirme ante su presencia, tenía una inocencia en la mirada, una pureza en su semblante, una expresión que parecía que todo lo que vivía era nuevo para ella, como si inclusive el más mínimo detalle fuera inusual, casi magnifico, Nohelia era una señora hecha y derecha, era un dama que no sobresalía con un exuberante cuerpo, o una perfecta cara, pero esta mujer la belleza la tenía en el alma, mirar sus ojos cafés era como mirar la entrada al cielo, una nariz un tanto pequeña, abultada, todo acompañado de una cristalina sonrisa que hacia calmar hasta al más cruel huracán, un cuerpo promedio, en el cual sobresalían sus grandes, casi enormes pechos, no comprendo si resaltaban por ser exuberantes o solo y posiblemente porque esta es la parte que más me gusta de las mujeres.
Nohelia era una mujer culta, preparada, profesionista, con clase, de buena familia, de buenos hábitos, de excelentes costumbres, todo un excelente prospecto, sin embargo por capricho, curiosidad o inexperiencia se había relacionado con el dueño del lugar donde trabajaba, con una persona que de antemano la sabía ajena, prohibida, de esa relación tuvo dos hijos, aunque al final como en muchas de esas relaciones pasa, jamás formalizaron nada y ella solamente se conformó con ser ¡la querida, la amante, la cualquiera que había destruido un hogar, una familia, un amor bendecido ante Dios!, así la catalogaban, ella misma se consideraba poca cosa, por lo mismo se quedó a trabajar en ese mismo lugar, aunque al final a todo eso le tomé poca importancia.
Con Nohelia me sucedió algo simplemente sorprendente, la conocí y se me hizo una mujer hermosa como todas, pero sin otra cosa más que esperar de ella, no sé cómo se dio la relación, ni en qué momento se fue convirtiendo en algo mágico, casi mítico, casi al límite de la demencia, algo sin comparación en mi vida, después de estar a su lado comprendí que todo estaba terminado, que de ahora en adelante era el amar antes de Nohelia y el intentar amar después de ella, simplemente debo confesarlo, nunca antes había amado así con esa intensidad, con ese ímpetu, con ese sentimiento, con esa emoción, con esa ternura, con esa pasión, con ese amor profeso que delimitaba en el fanatismo, en la locura, sé que posiblemente nunca vuelva a amar así, incluso he pensado que no se puede, ni se debe amar de esa manera, pero a Nohelia logré amarla de una forma única, de una manera desmesurada, se lo demostré con palabras, detalles, hechos, besos, caricias, con la vida misma.
Sin embargo como siempre pasa en la vida, o al menos en la mía, no le interesó, ni le importó, ni si quiera valoró el más mínimo de mis esfuerzos por mostrarle mi cariño, hice con ella lo que hacía mucho tiempo no quise repetir, la incluí en mis actividades, la presumí ante mis amigos, se las mostré a mis familiares, a sabiendas de que esto significaba hacer un tanto formal la relación, yo había tenido muchos sinsabores en el amor, sin embargo al conocerla me di cuenta que valía la pena, que ella era única, que se merecía todo lo que tenía, pero que de antemano sabía que no era suficiente, aun así quise que fuera parte de la motivación por ser algo mejor, por conseguir más metas, por lograr más triunfos, por ser alguien sobresaliente, merecedor de lo que era ella, digno de su familia, intente llegar a su altura, solamente para que se sintiera orgullosa.
Nohelia era única, o posiblemente fue el amor que le profesé, pudiera ser que la conocí muy poco antes de llegarla a amar, o tal vez que el destino la había castigado demasiado y que debía rebelarse, o que simplemente la vida la puso en un dilema que nunca supo cómo manejarlo, posiblemente no era tan diferente a las demás mujeres como yo lo creía, posiblemente no era un ángel como siempre la consideré, sino un ente malvado con una cara angelical, un ser demoniaco que goza con el sufrimiento ajeno, posiblemente solo sea el rencor que aún conserva mi alma su recuerdo, posiblemente solo era un ser humano, con defectos, habilidades, destrezas y virtudes, a lo mejor solo quise distinguir lo bueno que tenía, esa mascara que me mostraba, para no ver verdaderamente su alma putrefacta.
Nohelia siempre me mencionó que hacía ya mucho tiempo no existía ninguna relación con el padre de sus hijos, más que la meramente laboral, aunque eso lo dudaba, prefería creerle, incluso un día me dijo que poco a poco ese gran amor que sentía por él se iba desvaneciendo, que ahora lentamente me iba amando incluso más de lo que alguna vez había sentido por él, fue tan agradable escuchar eso que comenzamos a mostrarnos en público, aunque en lugares que su pareja o conocidos no frecuentaban, pero al final era ya un secreto a voces nuestra relación, que se afianzaba paulatinamente, con algunas diferencias, con altibajos como cualquier relación, pero nada que no se pudiera sobreponer, incluso yo lo tomaba como una nueva forma de conocerla más amplia, más profundamente.
Llegamos incluso a vernos todas las tardes, también por las mañanas en las cuales por distintas razones yo no trabajaba y ella hacia el tiempo para vernos antes de entrar a trabajar, fueron muchas las ocasiones en que incluso recibía llamadas de él estando en mis brazos, primero se apresuraba a responderle con evasivas del lugar o con quién estaba, a últimas fechas, ya no le importaba contestarle, como dándome mi lugar, como convenciéndome que verdaderamente era yo más importante que él en su vida, inclusive comenzó a hacer planes de un día llegar a vivir juntos, de tener un hijo o dos, de formalizar y consolidar de esta forma nuestra relación, de hacerla duradera, de perpetuarla por la eternidad.
Era tan espectacular lo que me encontraba viviendo, tanto que me parecía ilógico e irreal, me pareciera que estaba en un sueño fugaz, en donde solamente se iba convirtiendo mejor con el tiempo, pero como en todos los sueños tenía que despertar, necesitaba hacerlo, posiblemente por eso la vida de pronto me echó un balde agua fría para hacerlo, como recordándome que no se nos tiene permitido soñar eternamente, de pronto un día me dijo que la había descubierto su pareja, que se había dado cuenta que andaba con alguien más, que había notado las marcas en su cuerpo que en uno de nuestros encuentros pasionales le había dejado, que le había dicho que no lo esperaba de ella, que con eso terminaba definitivamente su relación.
Al escuchar esto sabía que tenía que dar el siguiente paso, así que después de mucho meditarlo, de pasar la noche en vela, comprendí que requería que la sostuviera, ella necesitaba mi respaldo, el momento de hacer publica nuestra relación había llegado, le dije que dejara el trabajo, que ella debía independizarse, que tenía mi completo apoyo para hacerlo, que juntos habríamos de superar todos los obstáculos, que de ahora en adelante la vida nos presentara, ella me dijo que sí, quedó en que solamente iría por sus cosas personales, por sus papeles, por sus pertenencias al otro día muy temprano, le dije que en cuanto lo hiciera me llamara, le comenté que como desde hacía ya tiempo nos veríamos en la tarde, incluso le mencioné que nos veríamos más temprano, me dijo que esa misma noche le diría a su familia su decisión, así que el pacto estaba sellado, antes de la una del día siguiente sería una mujer completamente libre y formalmente mi pareja.
Me desperté al siguiente día con nuevos bríos, de saber que a pesar que el futuro era incierto, junto a Nohelia, todo lo superaríamos, le hablé para ver si aún continuaba con su decisión de abandonarlo, cosa que me confirmó, yo tenía que partir hasta el lugar donde trabajaba, pero quedamos en comunicarnos por teléfono para seguir uno a uno sus pasos, me quedé en vano esperando su llamada, me mortificó su silencio, imaginé incluso el peor de los escenarios, que él había llegado antes de lo previsto, la había encontrado marchándose y se habían peleado, aunque muy en el fondo de mi corazón sabía que ella se había arrepentido y que jamás lo dejaría, traté con trabajo de borrar estas locas ideas de mi mente, hasta que se cumplió mi horario y me dispuse regresar a su lado.
Al llegar de nuevo a la ciudad me di cuenta que todo estaba perdido, que ese juego llamado amor se había finalizado y que en esta ocasión era yo el que había sido derrotado, aun así con la más pequeña esperanza le llame para saber qué había sucedido, solo me respondió que las cosas se habían complicado, que él la había descubierto cuando pensaba marcharse y aún continuaban discutiendo, que no era nada grave, que más tarde de lo previsto nos veríamos, se despidió y colgó, a pesar de que esa llamada debía calmar mi alma, en realidad me había confirmado que todo se había terminado, que mis más crueles pensamientos se habían convertido en realidad, que aquel hermoso cuento de hadas que estaba viviendo, estaba por convertirse en la peor, en la más horrible de mis pesadillas.
Al escuchar su respuesta solo me recosté, me sentí triste, abatido, sin ilusiones, sabía que debía despertar y afrontar la realidad, que necesitaría de toda mi entereza, mi aplomo, mi orgullo para afrontar toda la tormenta que se avecinaba, cuando llegó al lugar que hasta ese momento había sido nuestro nido de amor, no iba con su característica cara de enamorada, más bien iba seria, retraída, molesta, le pregunté qué había sucedido, comenzó a narrarme todo, pero para mí eso no bastaba, sentí como todo era inventado, la sentí falsa, la sentí fría, calculadora, como si hubiera ensayado todo lo que debía decirme para convencerme, para que yo siguiera siendo el tonto que todo le creía, no pude, ni quise seguir escuchándola, sentí que todo ese sueño era meramente ficción, pura fantasía y que esa mujer que creía perfecta, en realidad no la conocía.
Solamente le dije deja de decirme mentiras, ahora me tocaba a mi estar del otro lado de la moneda, era irónico saber que a varias mujeres había hecho llorar, al darle la despedida, pero que hoy la vida me regresaba un revés, y ahora a mí me tocaba derramar mis lágrimas, que las sentí como lava ardiente mientras resbalaban por mis mejillas, sentí rabia, impotencia, un coraje desenfrenado, pero no contra ella, sino contra mí, por haber creído nuevamente en el amor, a pesar de saber de antemano que solamente sufriría, no me inmutó que me viera cuánto me dolía, no me importo que me viera llorando, derrotado, le dije: ¡calla! solo respóndeme algo ¿alguna vez en realidad pensaste en dejarlo?, ella con su duda me confirmó que jamás había pasado por su mente eso, le dije: ¡vete, lárgate, no sigas haciéndome daño!.
Intento darme excusas ante su comportamiento, quiso darme razones ante su actuar, pero le dije que no era necesario, que todo estaba entendido, que todo estaba asimilado, murmuré… te diré solamente una cosa más, a pesar de que sé que ya no tiene ni caso mencionarlo, te amo como nunca antes había amado, pero hoy al ver que no te importó en lo más mínimo esto, este amor que te ofrecí, jamás podrás volver a tenerlo, no te odiaré, porque odiar es otra forma de amar, me quedaré con todo lo bueno que me diste, que me mostraste, que me obsequiaste, subsistiré con todo lo mejor de ti, permaneceré con ese recuerdo, ¡vete y no vuelvas jamás!, porque todo lo que aquí tenías… por siempre lo has perdido.
Me sentí triste mientras se iba, seguí llorando, pero al final sabía que esas lágrimas limpiaban mi espíritu, enaltecían mi alma, fortalecían mi ser, lloré hasta quedarme dormido, pero al despertar sonreí, ¡no había perdido la cordura!, solamente había descubierto lo que muchos decían, que no hay peor ciego que el que no quiere ver, y en realidad yo nunca quise ver cómo era esta mujer en realidad, me reí de mí, de mi llanto, de mi tristeza, me reí por haber creído nuevamente en el amor, aun sabiendo que era una completa locura, me reí de mi torpeza, me reí porque sabía que después de la tormenta llega la calma, porque al final aunque ella no era la indicada, cada nueva relación me acerca más a esa mujer perfecta, porque sé que sin importar en qué lugar esté, algún día la encontraré y seré completamente feliz, aunque en este momento… esté muy distante de serlo.


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